martes, 11 de agosto de 2009

CONCIENCIA DE UNO MISMO


Cuando en la primera sesión formativa pregunto a las personas asistentes: “¿qué esperas de esta formación?”, la mayoría responden: “aprender algo”. A continuación lanzo la siguiente pregunta retórica: “¿para qué sirve la formación?” Y yo misma respondo: “pues puede que no sirva para nada”. Y sigo: “no sirve a quien busque la receta milagrosa que le resuelva sus problemas del trabajo o la vida. Tampoco sirve de nada si no se quiere cambiar alguna cosa del propio comportamiento o actitud”. Es decir, la formación sólo será de utilidad al participante si admite que debe conocerse, analizar por qué adopta determinadas conductas y, por último, si decide cambiar algo para iniciar el proceso de mejora personal.

¿Por qué es tan difícil conocerse a uno mismo? Una de las dificultades mayores a las que nos enfrentamos es la dificultad de admitir la responsabilidad propia. Con frecuencia culpamos a otros de casi todo lo negativo que nos sucede. Acostumbramos a proyectar hacia fuera la responsabilidad y la solución de los problemas de nuestra vida. Identificar este “autoengaño” es una parte importante del conocimiento propio. Si bien es cierto que las circunstancias externas o las otras personas pueden influir en nuestros problemas (tanto en la causa como en la solución), deberíamos admitir nuestro amplio porcentaje de responsabilidad sobre los acontecimientos de nuestra vida.

Otra de las dificultades que nos impide tener un mayor conocimiento propio es la falta de atención o incluso la negación de nuestras emociones. Según la definición de Daniel Goleman: “la conciencia de uno mismo es la atención continua a los propios estados internos, la conciencia autorreflexiva en la que la mente se ocupa de observar e investigar la experiencia misma, incluidas las emociones”. En este sentido, Goleman insiste en ver la diferencia entre permanecer atrapado por un sentimiento y darse cuenta de que la persona está siendo atrapada por él.

Se puede decir que el conocimiento interno se nutre de tres ingredientes: la auto-observación honesta, la observación de los demás ante nuestras actuaciones y también de solicitar a los demás retroalimentación sobre nuestra propia conducta.

Algunas sugerencias para conocerse mejor pasan por hacerse preguntas: ¿qué siento cuando pasa esto?, ¿qué pienso cuando pasa esto?, ¿qué hago o digo cuando pasa esto?, ¿por qué lo hago? , ¿qué no hago o no digo y por qué?, ¿cómo y por qué la otra persona reacciona de tal manera?, ¿soy consciente de mis debilidades y fortalezas?
Por último, citaré algunas frases célebres relacionadas con el autoconocimiento:

"Aquel que conoce a los demás es un erudito; el que se conoce a sí mismo es un sabio". Lao Tsé.
“Desciende a las profundidades de ti mismo, y logra ver tu alma buena. La felicidad la hace solamente uno mismo con la buena conducta”. Sócrates