La solución no viene de fuera. Un ejemplo que ilustra esta
frase lo suelo encontrar en los cursos sobre “gestión del tiempo”. Algunas
personas esperan que el tiempo se puede gestionar (tal y como sugiere el nombre
del curso), cuando lo que deben gestionarse es a ellas mismas. Lo que sí se
puede proporcionar son herramientas que ayuden a gestionar mejor el propio
tiempo. Herramientas que debe utilizar uno mismo, es decir, que no funcionan
solas. Cuando hablamos de la “matriz de actividades urgentes/importantes”,
significa que uno mismo debe clasificar dichas actividades. Cuando hablamos del
“registro de actividades” significa que uno mismo debe realizarlo para hacer un
diagnóstico. Cuando hablamos de “fijar objetivos” significa que uno mismo debe
hacerlo. Y lo mismo con la agenda etc.
Hace poco impartí unas sesiones sobre gestión del tiempo.
Después de introducir las herramientas, el grupo estuvo de acuerdo en utilizar
el registro de actividades durante una semana y mostrar los resultados durante
la sesión siguiente. De diez personas tan sólo tres de ellas trajeron los
deberes. El resto, excusas: “no tengo tiempo”, “es pesado”, “yo ya sé que
pierdo el tiempo con el e-mail”… en definitiva, falta de interés. Y la sorpresa
de las tres personas que lo realizaron fue la gran cantidad de interrupciones que tenían
en su trabajo diario. Interrupciones que en su mayoría eran de compañeros de
trabajo y no eran urgencias. Esto les hacía saltar de un tema a otro
constantemente. Antes de realizar el registro ya tenían la sensación de que se interrumpían, pero lo que no se esperaban fue
el excesivo protagonismo de las interrupciones en su trabajo. Si no lo hubiesen
registrado, no se habrían percatado de la realidad.
Una vez detectado el problema principal, plantear posibles soluciones para cada
caso: analizar el tipo de interrupciones, qué personas las realizan, aprender a
decir “no”, delegar,…. Una vez más, la solución no viene sola ni viene de
fuera. La solución viene después de realizar un esfuerzo personal.